Ayer 11 de noviembre estuve en el instituto y me sentí orgullosa de pertenecer a él, de haber trabajado en él con gente tan variada, tan original, tan rica, con tanta capacidad de trabajo y tan interesada por la educación del alumnado de distinta manera. No quiero decir nombres para no excluir a nadie puesto que cada un@ tiene un papel importante. Entre tantas caras, muchísimas de ellas desconocidas para mí, eché de menos una, la de Juan Lafuente. Pero un par de carteles pegados a la entrada, semiolvidados entre los mensajes de las Jornadas TIC, me recordaron la situación que está viviendo desde hace un tiempo.

Juan Lafuente Vázquez creo, si no me equivoco, que es el profesor más antiguo del instituto Azahar. Han pasado veinte años desde que el instituto era escasamente un solar con unas aulas sin equipar, hasta tener ya aprobado el proyecto de bilingüismo y un desarrollo de las nuevas tecnologías que le ha permitido organizar las II Jornadas TIC con extraordinario éxito; una nota más para forjar ese carácter tan especial que define a este instituto. Juan Lafuente ha participado muy intensamente a lo largo de todos estos años contribuyendo a que ese espíritu que caracteriza al centro deje huella en todas las personas que pasan por aquí.

Desde los primeros años, junto con Guillermina Elías, formó parte de un departamento de orientación cuando aún no existía este espacio en los centros educativos. Desde ahí no paró de participar elaborando proyectos para completar la educación del alumnado con talleres diversos (sexualidad, prevención del Sida, contra las drogas, de habilidades sociales, de alimentación, contra anorexia y bulimia), viajes (Toledo y Madrid, Camino de Santiago, Córdoba…) actividades extraescolares (carnavales, día de Andalucía, contra la violencia de género, por la paz, contra la pobreza, por los saharauis, las fiestas de fin de curso montando y desmontando hasta el final de la noche los escenarios) plan de acogida, plan de convivencia, plan de compensatoria; hacer partícipes a las madres y padres en la educación de sus hijos e hijas desde el Ampa y la Escuela de madres y padres; implicando al centro en actividades colectivas con el barrio y participando en la mesa de educación junto con los distintos centros educativos de la zona y en asociaciones como Mujeres con Norte. Y seguro que me dejo muchísimas otras que no recuerdo.
Juan Lafuente ha dedicado al instituto su vida con una dedicación exclusiva sacando el tiempo de su vida privada y sin quejarse jamás del excesivo trabajo. No ha tenido hora fija de llegar a su casa puesto que su compromiso con el centro era lo primero.

Pero Juan Lafuente tiene un problema: es profesor de religión y en los últimos años ha visto cómo su situación laboral ha ido cambiando
- Primero perdiendo la retribución como Jefe de Departamento.
-Luego la Tutoría, si bien él ha seguido realizando la labor de tutor a veces no solo de un grupo sino compartiendo con otra persona en aquellas tutorías más conflictivas.
-No puede percibir las ayudas de Acción Social para sus hijos.
-Ve cómo algunos de sus grupos se aumentan por encima de la ratio lo que reduce el número de horas lectivas en el centro.
-Le impiden completar la jornada con cualquiera de las muchas actividades que lleva realizando en el centro sin percibir nada a cambio y sin ningún otro tipo de reconocimiento.
-Como consecuencia de ello percibirá un sueldo solo en función de las horas lectivas, algo que no ocurre con ningún otro profesor o profesora de categoría interina. O, en el mejor de los casos, podrá completar horario con otro centro para no ver reducido su sueldo.

Independientemente de que se trate de la asignatura de religión o no esto es un caso de INJUSTICIA que nadie quiere reconocer. El día en que la asignatura de religión salga de los centros escolares no existirá este problema. Pero mientras que siga existiendo oficialmente y mientras se siga contratando a un profesorado específico para ella, tendrá que hacerse con las garantías que ello requiere: unos contratos laborales acordes con la condición de profesores y profesoras tal como contempla la ley y los compromisos adquiridos con los representantes sindicales. Porque es inadmisible mantener la incertidumbre permanente que experimenta este colectivo hoy por hoy cada vez que empieza el curso.
Juan Lafuente ya tiene que completar su horario, al día de hoy, en el IES Pino Montano lo cual repercutirá, evidentemente, en su dedicación al centro: su colaboración en el Departamento de Orientación, en la Mesa de Educación del Plan en Barrios, en el Plan de Convivencia, en la Escuela de Madres y Padres… y en tantas y tantas tareas calladas que ha ido haciendo a lo largo de toda la historia del instituto.

Y mientras tanto, miramos a otro lado como si el asunto no fuera con nosotros. Creo que es el momento de denunciar públicamente la mala gestión que está llevando la administración de este problema y recordar que existen soluciones más productivas para la mejora del centro , como por ejemplo completar el horario con algunas de las múltiples tareas que nuestro compañero realiza y que son fundamentales en nuestro instituto.

Creo que es el momento de manifestar, desde toda la Comunidad Educativa, nuestra solidaridad con nuestro compañero Juan Lafuente, víctima de la injusticia sorda y ciega de la administración, escribiendo en este mismo espacio comentarios de apoyo a su incansable labor de veinte años.
Etiquetas: por Juan Lafuente, Por la justicia