viernes, febrero 22, 2008

Escila, un pulpo venido a más


Era un monstruo marino con cuerpo de mujer: de sus ingles salían seis perros que devoraban todo lo que encontraban. Según la leyenda, era una muchacha de la que se enamoró Glauco: Glauco era un dios marino que, mientras permanecía en tierra, tenía una apariencia humana normal; pero, en cuanto su cuerpo rozaba el agua se transformaba en un extraño ser marino. Escila sentía temor y no se atrevía a aceptar a su pretendiente, dudando sobre su verdadera naturaleza. Glauco recurrió entonces a la encantadora Circe, a fin de que le preparara un filtro de amor con el que conquistar a la muchacha. Circe, que estaba enamorada de él, preparó una poción bien distinta a la que se le solicitaba: la vertió en la fuente donde se bañaba Escila, y así la convirtió en monstruo.
Caribdis, hijo de Poseidón y Gea, tragaba enormes cantidades de agua tres veces al día y las devolvía otras tantas veces, adoptando así la forma de un remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance.
Habitaba junto a Escila en el estrecho de Mesina, paso entre Sicilia y la península itálica. Los dos lados del estrecho estaban al alcance de una flecha, tan cercanos que los marineros que intentaban evitar a Caribdis pasaban demasiado cerca de Escila y viceversa. La expresión «entre Escila y Caribdis» ha llegado a significar estar entre dos peligros de forma que alejarse de uno hace que se caiga en el otro.
Probablemente algún calamar gigante, algún enorme pulpo inspiró a los navegantes fenicios la imagen de Escila. Los peligros que inventaban para el estrecho de Mesina alejaban a la competencia. Ulises y Jasón tuvieron que sortear ambos peligros, y esto contribuyó a difundir su leyenda.
Si os decidís a hacer un crucero por el Mediterráneo, por si acaso, evitad esta zona.

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