domingo, mayo 27, 2007

Alcestis XII: el regreso



FERES
Amigos, sirvientes que sois como amigos. Ni a vosotros ni a mí nos embarga la prisa. En nada nos va la vida, sobre todo a mí, que de ella nada espero, como no sea un fin sin sobresaltos. Podéis descansar, seguros de que yo, sin angustia alguna, vigilaré el camino. Si regresaran aquellos que esperamos, al punto os llamaría.
(Corifeo y sirviente inician el mutis, pero en ese momento aparecen las sombras de Heracles y Alcestis en el camino. A la llamada de Feres permanecen en escena. Más tarde sale Admeto)
Aguardad. Creo ver que alguien se acerca, y ya mi vista no es demasiado aguda.

CORIFEO
El hombre parece fuerte, podría ser Heracles. La otra persona parece una mujer, pequeña de tamaño.

FERES
Seguro que son ellos. No llaméis a mi hijo todavía. Tengo que ver sus rostros, sobre todo tengo que ver el de mi nuera querida.

CORIFEO
Señor, perdona mi atrevimiento. ¿Puedo hacerte una pregunta?

FERES
Claro, sin temor.

CORIFEO
¿Por qué, si tanto aprecias a la esposa de tu hijo, has consentido que muera? También ha estado en tu mano evitarlo. ¿Y qué decir de tu esposa, la madre de tu hijo?

FERES
Llevas razón en lo que dices, pero en presencia de Admeto no habría podido explicarlo. No es natural, ¿no lo entiendes? Nadie debería aceptar un pacto como el que él ha aceptado...

CORIFEO
Luego... ¿ese pacto ha existido?

FERES
Ha existido. Jamás lo he dudado. Fue Apolo quien sirvió en este palacio. Un dios no se confunde jamás con un mortal, puedes estar seguro. Soy anciano, y te digo incluso que Heracles tiene el sello de la divinidad... Ahora, sin embargo, estoy hablando de mi hijo. Es un mortal. No hay en él una sola gota de sangre de los dioses. Los hombre pueden llegar a ser héroes, es verdad. Pero a costa de qué valentía y de qué sufrimientos... Desde luego, no a costa de que otros hagan ese esfuerzo en su lugar. Cualquier padre querría prolongar la existencia de su hijo. Si yo lo hubiera hecho, si lo hubiera hecho su madre, ¿qué habríamos conseguido? Perpetuar nuestra memoria. Lograr un destino de héroes que para nada ambicionábamos. No, no era nuestra vocación ni nuestro destino. El papel protagonista debía ser para nuestro hijo. Él era el que no tenía que haber consentido el sacrificio de otra vida por la suya. Si Alcestis hubiera sido lo bastante mayor, lo suficientemente sabia... pero ama o amaba demasiado a su marido. Ella será la heroína, en cualquier caso. Él solo habrá hecho el ridículo. Su madre y yo... hemos querido evitarlo.

CORIFEO
Sabias y prudentes palabras. Ya están aquí Heracles y nuestra reina. A ella no puedo verle el rostro, él regresa pálido como los mismos muertos.

HERACLES
Salud, Feres. Salud a todos.

FERES
Nos alegramos de verte, Heracles. En cuanto a la mujer que te acompaña, ¿podría levantar el velo y descubrir su cabeza? Todos esperamos ver de nuevo a Alcestis.

HERACLES
Eso tendrá que decidirlo ella. Cubierta ha hecho todo el camino de regreso.

FERES
Hija querida, dame tus manos. Deja que te toque, que reconozca tu suave piel.

ALCESTIS
Te saludo, padre. ¿Por qué no está aquí mi esposo?

FERES
Rápido, avisad a Admeto.

ALCESTIS
Y a mis hijos. Quiero ver a mis hijos.

FERES
Llamadlos también a ellos. Pero, Alcestis, ya sí puedes decir que tienes una vida que compartir con ellos. Quizás quieras ver primero a tu marido y hablar con él a solas. Debes descansar también. Si amargo ha debido ser tu descenso al Hades, penosa ha tenido que ser también la subida. Noto tu cuerpo más delgado.

ALCESTIS
Tienes razón. Todavía pienso como si fuera humo, como si la tierra fuera a desaparecer bajo mis pies. Cierto que debería hablar a solas con mi esposo.

ADMETO
¡Alcestis, amada mía! ¡Cuánto te he echado de menos! ¡Cuánto me ha pesado sin ti esta vida que no es vida!
(se acerca a ella queriendo abrazarla. Alcestis lo rechaza sin ira pero con firmeza)

¿Qué te ocurre, esposa mía? ¿Es que no te alegra lo mismo que a mí nuestro reencuentro?

ALCESTIS
No se trata de eso. Tenemos que hablar, eso es todo.