viernes, marzo 23, 2007

Alcestis X: Heracles baja al Inframundo

HERACLES

Habla con libertad.

FERES

Hay muchas maneras de matar a la propia esposa. Tú conoces, y repito que no es mi intención ofenderte lo más mínimo, la más brutal y directa. Tú asesinaste a Megara. Y no digo que no lo sientas. Pero las hay más sutiles. A ti te tendré que explicar, Admeto, y mis palabras me duelen, que es así como tú has hecho morir a Alcestis. Prueba a convencer a cualquier persona de que va a morir en un día previamente determinado. Que no esté muy cercano ese día, para que tenga tiempo de pensarlo bien, de tragar, digerir, asimilar la propia muerte. Dale también una buena razón para ello, para no dejar lugar a la esperanza. Si ella piensa que su fin se deberá a una enfermedad, a un accidente, a una acción deliberada por parte de otra persona, siempre podrá esperar la curación, el quiebro del destino que la salve. Pero no. Ella da su vida para salvar a su esposo. ¿Dónde el margen para la esperanza? Y no puede volverse atrás, cuando tan alabada ha sido por todos. Es una mujer, Admeto. Eso se ha convertido en la justificación de su vida ante sí misma y ante los demás. La vida de una mujer está siempre vacía. En cambio tú sobrevivirás a tu propia cobardía, porque eso en ti no es más que algo accesorio. Pero ahora no hablo de ti. Hablo de una mujer que sabe que va a morir. Que nunca volverá a ver a sus hijos, que son pequeños, a los que adora; a su marido, aunque resulte increíble, porque lo ama sinceramente; e incluso a todas las pequeñas cosas que día a día conforman su existencia. Una mujer que piensa que su lecho estará ocupado pronto por una nueva esposa que será la que coseche el fruto de todos sus méritos: el mayor de ellos, la vida de su esposo. Casado otra vez, incluso su fama se hará poco a poco más pequeña, hasta perderse del todo, hasta habitar solo en los tímidos susurros de sus hijos y de los criados, que no se atreverán a mencionarla ante la nueva señora... No sé, podría seguir eternamente, pero yo mismo siento deseos ya de abandonar esta vida con imaginar los sufrimientos que os describo. ¿Cómo no iba a morir la infortunada? ¿Es tan difícil?

ADMETO

Detente, padre, es demasiado dolor. Añades culpa a mi culpa. Jamás me he parado a pensar en estas cosas.

HERACLES

Y sin embargo no está fuera de razón en lo que dice.

FERES

Ninguna cosa puede tener un hombre como cierta, Admeto, y tú has confiado demasiado en tu trato con los dioses.

ADMETO

No es agradable ya la vida para mí, padre, y no me importaría abandonarla. Pero quizás tú, amigo Heracles, más próximo que todos nosotros a los inmortales, puedas conocer mejor sus intenciones.

HERACLES

Mi posición ante ellos es difícil. Amado por unos, aborrecido por otros, procuro guiar mi existencia lejos de sus designios. Pero a veces somos el juguete de sus caprichos, y eso quizás lo he sufrido yo más que ningún otro mortal. Antes has hablado de mí, Feres, sin querer ofenderme, y no lo has hecho. Todo el mundo conoce la muerte de Megara y de mis hijos. Desde mi nacimiento me persiguen los celos de la divina esposa de mi padre, Hera, y a esto se debe que no pueda llevar una vida sin sobresaltos. Ataques incontrolables de ira cada cierto tiempo me hacen dañar a los que me rodean. Vivo expiando siempre una nueva culpa. No quiero renegar de mis padres, pero ojalá hubiera tenido a más oscura y humilde de las cunas. De todos modos intentaré ayudarte, lo prometo.

ADMETO

Solo se trata de preguntarle a Apolo, nada tienes que rogar a los dioses.

HERACLES

¿Preguntar? No comprendo. ¿Qué es lo que pretendes que haga?

ADMETO

Creí que era tu intención averiguar si de verdad existió el pacto que hice con él y si es aún válido.

HERACLES

Es mi intención, y testigos son todos los aquí presentes, bajar al Hades y rescatara tu mujer, cueste lo que cueste.

ADMETO

Pero eso no puedes hacerlo. Ningún humano puede.

HERACLES

Orfeo. Fue también a rescatar a alguien. A su esposa.

ADMETO

No lo consiguió.

HERACLES

Nada se pierde en intentarlo.

ADMETO

Puedes perder la vida en semejante viaje.

HERACLES

¿Crees que a mí la vida me importa? A mí solo me importa la muerte, Admeto, solo con ella acabarán mis trabajos. Pero sé muy bien que la muerte no me espera allá abajo, al menos no para retenerme. Pero sospecho de ti ahora. No creo que sea interés por mi vida lo que sientes al tratar de impedirme que parta hacia el Hades. Habla claro.

ADMETO

Te lo diré. Si logras traer de nuevo a Alcestis (ojalá estuviera ese poder en tu mano) y yo no sobreviviera... ¿de qué serviría? Seguiríamos estando separados. La pena en ese caso sería suya y su sacrificio, el que ha hecho por mí, inútil.

HERACLES

No has cambiado, no has cambiado en nada. Sigues aferrándote a la vida con toda tu cobardía intacta. Por segunda vez estás matando a tu esposa.

ADMETO

Por favor, no me malinterpretes. Solo quiero que consultes antes...

HERACLES

Mira, Admeto, para eso están los oráculos. Voy a buscar a Alcestis. Por ella lo hago, no por ti, eso tenlo presente. nada quiero que tengas ya que agradecerme. (mutis)