jueves, marzo 01, 2007

Alcestis IX: Las dudas de Admeto


CORIFEO (hombre)

Aquí llega Heracles, tu amigo, Admeto. Quizás él pueda reconfortarte aún, antes de partir para otras tierras.

ADMETO

Esta presencia de mi amigo no sirve sino para inquietarme aún más, puesto que me hace recordar ahora las palabras de mi padre. No es la soledad la única sierpe que anida en mi alma, no basta con el desconsuelo y con la culpa. Él ha sembrado además la duda. ¿Tendré que morir yo también, al fin y al cabo? ¿Separado de ella y con la fama que acompaña a los cobardes? Preguntaré a mi amigo. Ese fue el consejo de mi padre.

HERACLES

Perdóname, Admeto. Sin duda he abusado de tu hospitalidad. Sin duda he bebido en demasía y no he respetado el luto que te debía a ti y a una amiga querida.

ADMETO

No te disculpes. He sido yo el que no te ha permitido participar en mi duelo. Pero aún hay algo que puedes hacer por mí.

HERACLES

Lo que esté en mi mano. ¡Si tuviera tanto poder como para traer a tu esposa hacia la luz desde las moradas subterráneas! Sabes que lo haría.

ADMETO

Sé que lo habrías querido. Pero no se trata de eso ahora. Los muertos no pueden regresar. No puede calmar mi pena esa esperanza.

HERACLES

Tengo que aconsejarte más entereza ante esta pérdida, que ni siquiera te ha deparado el destino.

ADMETO

Sí, yo mismo me la he buscado. Y quizá sin que me sirva para nada.

HERACLES

¿Qué quieres decir? No entiendo tus palabras. Solo puedo ofrecerte viajar al Hades para rescatarla.

ADMETO

Te lo diré. Mi mismo padre me dijo que lo hiciera. Él ha sido el que ha sembrado esta horrible inquietud en mi alma. Sugirió, entre reproches que no puedo decir que no sean justos, puesto que sin duda yo soy el único responsable de la muerte de mi amada Alcestis, que quizá el pacto que hice con Apolo...

HERACLES

...no fuera válido? Libre es de pensar lo que quiera, pero yo en su lugar me abstendría de acusar de cualquier cosa, y sobre todo de perjuro, a un dios. La soberbia es el único pecado que no se perdona a los mortales, tú lo sabes.

ADMETO

No fue eso, más bien dudaba que fuera el mismo Apolo el que sirvió en mi palacio. Si recuerdo bien sus palabras, me quiso hacer ver, para mayor desesperación, que los dioses no suelen hacer tratos con los mortales, y en cambio hay muchos que se aprovechan de la ingenuidad de fatuos como yo.

HERACLES

¿Es que conoce él alguna cosa que a nosotros se nos oculta?

ADMETO

Mi entendimiento estaba nublado por la pena inmediata. No estaría en esta situación si pensara con más detenimiento. Pero no. Apenas lo dejé hablar. Ha sido más tarde cuendo me he dado cuenta del siniestro sentido de sus palabras.

HERACLES

Yo mismo quisiera interrogarlo, delante de ti o a solas, si te es odiosa su presencia.

ADMETO

Más odiosa me es la incertidumbre. Mandaré llamarlo. Y no me retiraré. Quiero saberlo todo. Además, también hay cosas que tengo yo que preguntarle. (hace señas al sirviente. Feres aparece al momento).

FERES

Te saludo, Heracles. Es un honor tener en nuestra tierra al hijo de Zeus. En cuanto a ti, hijo, si me permites llamarte así, ya ves que no he ido lejos cuando me has echado de esta casa que de mí recibiste y en la que debería yo ser siempre bienvenido. Con los años se aprende que el orgullo es mal consejero, y en todo caso me preocupa tu dolor, que en nada ocultas.

HERACLES

Salud a ti, Feres. No soy amigo de dar rodeos en ninguna circunstancia, y menos en la presente situación, así que disculpa la aparente descortesía si te interrogo a bocajarro, omitiendo todo protocolo. Sin duda has sido tú el que ha añadido un nuevo pesar a los que tu hijo sufre, haciéndole dudar de que sea efectivo su trato con los dioses o, lo que en la práctica es lo mismo, de que ese trato no haya existido más que en su imaginación o en la mente de algún astuto timador.

FERES

Así es, y no soy el único en pensar de esa manera.

HERACLES

No importan los demás, al menos a mí no me importan. Debes reconocer sin embargo, ya que eso opinas, que siquiera una parte del trato se ha cumplido, puesto que ha muerto Alcestis en el día señalado.

FERES

Lo sé. Debo advertirte que carezco de sabiduría. Pero, aún así, ¿podría hacerte algunas reflexiones, a riesgo de ofenderte?

HERACLES

Habla con libertad.