viernes, octubre 20, 2006

Alcestis 2

CORIFEO (mujer)

Pensaba él, quizás, que su padre anciano o su madre anciana se ofrecerían a inmolarse en su lugar. Darle otra vez la vida. Es natural, creería. Abnegación es el sino de los progenitores. Dar la vida por los hijos, sentido último de la existencia limitada de las madres sobre todo, única gloria digna. Sacrificio que ornaría nuevamente las sienes del padre, que al final de su vida vería duplicada su fama en las bocas de los hombres. Y cuando ellos se negaron, para su sorpresa sin duda, recurrió a los esclavos más fieles. Esos que no son dueños, en teoría, ni de su propia existencia.
Él, el rey, creía que era el amo de todos.
Pero el sacrificio debía ser voluntario.
Y no lo querían.
Ni a él, ni a la dudosa gloria del sacrificio.
Ni los Campos Elíseos tentaban a nadie.
Si es que existen.

CORO (completo)

Miedo a perder la luz.
Miedo a la llanura de Asfódelo.
Miedo al viento frío, cortante.
Miedo a los tallos encorvados de los árboles grises.
Miedo a las ramas silbantes.
Miedo a la noche eterna.
Miedo a todo.

De él, de ellos, de ellas, miedo a todo.

CORIFEO (hombre)

Ella adoraba la luz sobre todas las cosas. La luz que veía llegar cada día junto al hombre que amaba. Demorarse cada mañana en el lecho prendida a sus abrazos. Levantarse despacio, perezosa, sacudirse los restos del sueño con un gesto, espabilar de pronto y vestirse de sonrisas al escuchar las voces de los niños...

CORIFEO (mujer)

¿Por qué hablas en pasado? ¿Es que ya ha muerto?

CORIFEO (hombre)

Ah, no, pero muerto está siempre quien se sabe condenado. Ni siquiera se le concede a esta mujer la gracia de una breve despedida. Sentada está a los pies de su marido, mirándole a los ojos, empujando las lágrimas con lágrimas. A él me refiero. Ella mantiene aún sus ojos secos. Aún asombrados.

CORO

De la fuente seca
Una vez cada noche
Negra
Brotaba una lágrima.
En los tejados grises
Una vez cada noche
Negra
anidaba el silencio
Como la escarcha.
Yo presiento tormentas.
Sombras que se aproximan a las puertas.

CORIFEO (mujer)

Manos que aprietan gargantas.
Ella... ¿no dice nada?

CORIFEO (hombre)

Cuando está sola, cuando se llega al templo de la diosa, entonces se lamenta. En el palacio todo lo ocupa la desesperación desbordada del marido. Ella procura que no sufra tanto.

CORIFEO (mujer)

Su obligación de mujer. Y están sus hijos. A los que ha de abandonar de todas formas.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

vaya Meli te felicito de nuevo por este texto de Alcestis muy bueno de verdad, espero que tu biblioteca de historias no se te acaben nunca¡¡ ;)

10/22/2006 5:52 p. m.

 

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