jueves, septiembre 28, 2006

Alcestis

Alcestis era la más joven y hermosa de las hijas de Pelias.
Admeto, rey de Feras, se enamoró de ella y obtuvo su mano con la ayuda de Apolo. Admeto gozaba de la simpatía y el favor del dios.
Apolo había tenido un hijo con una mujer mortal, Asclepio, tan hábil como médico que conseguía arrebatar sus presas a la propia muerte. Esta se quejó ante Zeus, que de inmediato fulminó a Asclepio con su rayo, enviándolo al Hades. Apolo quiso vengarlo atacando a su vez a los Cíclopes, forjadores del fuego de Zeus.
Tuvo que expiar esta culpa sirviendo como boyero en el palacio de un hombre mortal, y este fue Admeto. Apolo quedó agradecido por el buen trato recibido de su amo y lo premió, aparte de su protección, con dos favores: conseguir a Alcestis, la mujer que amaba, y la posibilidad de aplazar su muerte, si se daba el caso de que otra persona se ofreciera a morir en su lugar.
Así, cuando ese día llegó, no encontró a nadie dispuesto a morir por él, aunque recurrió a sus ancianos padres, a sus esclavos más leales. Solo su esposa aceptó el sacrificio. Por este motivo Alcestis ha sido siempre considerada como la esposa perfecta, ejemplo de amor conyugal. El final de la historia, en la mitología, es feliz:
Heracles -compañero de Admeto en la expedición de los Argonautas- llega de visita y pregunta el motivo del duelo que hay en palacio. Se le explica que la reina Alcestis ha muerto en lugar de su esposo que, bañado en lágrimas, lamenta su triste destino: perder a la mejor de las mujeres.
Heracles se sorprende y decide descender al Hades, en busca de la joven Alcestis; la rescata y la devuelve a la tierra entre los vivos, más hermosa y joven que nunca, para que viviera al lado del hombre por el que había sido capaz de morir.
Siempre me sorprendió en esta historia el desairado papel del protagonista, que acepta el sacrificio de la mujer a la que supuestamente ama como algo natural. Y me sorprendía su final: el regreso de ella junto a un hombre semejante.
Es por este motivo que siempre he sentido deseos de reescribir la tragedia en la que Eurípides narra esta historia. No es tampoco la mejor de las tragedias de Eurípides. Nada tiene que ver con ella la historia que voy a contar (en varias entradas) salvo su forma dramática.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Pues sí una historia muy bonita la de Alcestis, entre otras muchas que cuenta Meli jeje. ;)

9/29/2006 4:13 p. m.

 

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